jueves, 31 de marzo de 2011

Cuando niñas ya no son...


La Señorita


Cuatro manos en su cuerpo,
en alternado movimiento,
van buscando recovecos.

Asustada por la idea
de que el amor mucho le duela,
tanto vacila como juega.

La lección en teoría
se diría ya sabida,
pero aún desconocida;

más llegar a ese portento
no se logra en un momento,
ni con la máxima osadía.

Las dos puntas del camino
donde nos ata el destino
son las horas compartidas,

las tristezas y los llantos,
los dolores y quebrantos,
pero más las alegrías;

y ese andar de toda hora
en cada perla donde mora
la tersura de su cuerpo,

como pétalos de rosa,
tan bonita y peligrosa,
me dá vértigo;

porque allí donde a la altura
la ha llevado la hermosura,
hay un punto que subyuga

pués un nombre y un pronombre
dan señal en cada hombre
de que aún es señorita.

1990